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16.01.17

Macri – Arribas - Centurión: corregir un error no es cometer el opuesto

(TN) La pregunta que cabe hacerse es: ¿cómo va a reaccionar Macri cuando algún problema con uno de sus ministros se presente, va a actuar como con Arribas, como con Gómez Centurión, o va a elaborar un mejor método?
Por Marcos Novaro

(TN) Probablemente Mauricio Macri se equivocó al sobreactuar el caso Juan José Gómez Centurión, al comienzo de su gestión. Pero ahora, en vez de enmendarse, y tal vez por reacción a aquél desliz, parece estar cometiendo el error inverso al de entonces al minimizar el escándalo desatado alrededor del jefe de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Gustavo Arribas.

Lo de Arribas, agreguemos, es de partida mucho más grave que lo sucedido con el jefe de la Aduana. No sólo porque hay reportes más o menos confiables de que recibió dinero de una red de coimeros, mientras que a Centurión solo se lo acusó con un audio anónimo que desde el comienzo sonaba bastante trucho. Sucede además que Arribas ocupa uno de los lugares más críticos, por su poder y opacidad, de toda la estructura del Estado, y uno de los que más trabajo exige del nuevo Gobierno para demostrar que es realmente diferente al anterior, que no va a hacer lo mismo con mejores modales.

De Arribas encima cabe destacar algunos rasgos personales que lo vuelven especialmente problemático. Primero, que es amigo cercano del presidente. Si esa es una de las razones (o la principal) que lo llevaron al frente de la AFI, debería ser también una que el Gobierno ahora valore para asegurarse de que el escándalo se aclare y rápido, sin medias tintas.

Segundo, que ya cuando se supo de su designación recibió unas cuantas objeciones, por su falta de antecedentes en los asuntos que administra la AFI y porque los antecedentes que sí tenía, millones acumulados en el muy opaco negocio de la transferencia de jugadores de fútbol, no lo hacían particularmente apto.

Recordemos que Gómez Centurión fue desplazado de su cargo en la Aduana apenas se conoció el famoso audio, que luego resultó era un montaje. Tal vez no sea necesario llegar a tanto esta vez. Bastaría con que Arribas quede suspendido del suyo. Pida licencia. O al menos sea obligado a volver de inmediato al país y ofrecer toda la información que dice tener para desmentir o aclarar el reporte sobre las transferencias bancarias que habría recibido de un operador de la constructora Odebrecht. Lo que en cualquier caso no se justifica es que el ministro de Justicia, Germán Garavano, actúe como su vocero, desestimando las acusaciones sin mayor explicación, mientras él sigue en Brasil haciendo vaya a saber qué y se niegue a hablar. Un papelón.

Macri no recibió el mandato de crear un gobierno transparente y honesto garantizando que todos sus miembros lo fueran. Simplemente porque tanto sus votantes como él mismo debían saber que es imposible lograr que sean transparentes y honestos todos los miembros de un gran grupo de gente que ansía para sí y en alguna medida conquistó y administra el poder político de un país. Por eso es que se necesitan los controles internos y externos al estado, como la Oficina Anticorrupción (OA) y la prensa, los mecanismos de prevención enfocados en las áreas y cargos críticos, y la buena costumbre de no esconder la mugre bajo la alfombra. Todo eso sí Macri recibió el mandato de ponerlo en práctica.

Hasta aquí ha dado pasos adelante, pero otros al menos para el costado. No parece haber montado una operación para esconder nada, pero tampoco decidido a promover mucha más transparencia. No lo ha hecho en el manejo de la OA, hasta ahora bastante pobre, ni en un decidido impulso a la regulación del lobby, el control del tráfico de influencias, del financiamiento de la política o de algunos otros de los muchos motores de la corrupción que agobia a nuestra economía y democracia.

La oposición incluso le reprocha que al encumbrar a tantos CEOS en la administración central va camino a complicar aun más estos problemas, porque no hay forma de evitar que esos funcionarios se aprovechen de la información privilegiada y su poder de decisión para favorecer a sus anteriores (y/o futuros) empleadores o socios. Hasta aquí tampoco ha habido casos que confirmen estas acusaciones. Pero la pregunta que cabe hacerse es: ¿cómo va a reaccionar Macri cuando alguno se presente, va a actuar como con Arribas, como con Gómez Centurión, o va a elaborar un mejor método?

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)