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17.10.16

Buena semana de Macri: desactivó el paro y al Papa

(TN) Con esos datos a su favor es que el reencuentro entre Macri y Francisco pudo ser provechoso para ambas partes, sin requerir de ellos que revisaran ninguna de las decisiones ni actitudes que venían adoptando desde antes y los habían llevado a chocar.
Por Marcos Novaro

(TN) Con poco más que sonrisas el Presidente pareció en la última semana poder alcanzar algunas de las metas que más esquivas le venían resultando: controló de momento tanto la puja distributiva como la impugnación moral a su gobierno por sureal o supuesta insensibilidad social y afinidad con los ricos de este mundo.

La clave está, de todos modos, en “de momento”. La CGT se enredó en su pedido de un bono, y tuvo que suspender el paro general que ya tenía programado. Pero en cualquier momento va a volver a la carga. Y el Papa Francisco finalmente retribuyó módicamente las sonrisas que venía dedicándole Macri, pero sería iluso imaginar que va a desistir de criticarlo por ser parte de esa desgracia global que representa en su opinión el liberalismo económico.

Sólo si lograra progresos significativos con su política económica y algo parecido a un acuerdo social lo que por ahora fue solo ganar un poco de tiempo se va a volver una ventaja más sólida y duradera. Y lo cierto es que en ambos terreno las cosas no pintan demasiado bien: la recuperación del nivel de actividad se demora, y aunque vaya a haber algo de diálogo en las próximas semanas con empresarios y sindicalistas, los desacuerdos sobre los próximos aumentos salariales, respecto a si ellos deben seguir la inflación pasada o la futura, se van a extremar en vez de disminuir en los meses por venir.

Pero así son las cosas: el gobierno deberá avanzar paso a paso y vivir día por día hasta que complete la transición iniciada a fines del año pasado; al menos hasta las elecciones del año que viene no va a poder hacer por lo tanto mucho más que atajar problemas y remover obstáculos. En ese marco ganar tiempo minimizando costos, materiales y simbólicos, es todo lo que puede desear. Y lo que ha conseguido en las tratativas con los gremios y el Papa, “de momento”.  

Invirtió lo mínimo en frenar el paro, poniendo a los gremios entre la espada y la pared: al anunciar que reduciría la cobertura del famoso bono de fin de año a los grupos de menores ingresos, delegando en los empresarios la responsabilidad y los costos de acordar en cada sector su eventual ampliación, le dio al mismo tiempo una respuesta unificada a los moderados de la CGT y una salida diversificada a los más duros del campo gremial. Con lo cual el sindicalismo podrá decir que algo consiguió, y habrá tiempo para volver a agendar el paro cuando se haya visto en qué medida la pérdida de ingresos acumulada en el año se compensó a través de los famosos bonos.

El diálogo social convocado días atrás y la centralidad otorgada desde tiempo antes a los movimientos sociales en la distribución de planes sociales pavimentaron el reencuentro con el Papa. El resto lo hicieron los problemas propios acumulados por la iglesia local, tras los episodios de corrupción y castigo físico que dañaron su imagen pública, y la persistencia del kirchnerismo más virulento, que puso coto a la crítica desde el lado social que cabe plantearle al oficialismo, tanto desde la curia como desde el resto del peronismo, sin caer en manifiesto obstruccionismo.

Con esos datos a su favor es que el reencuentro entre Macri y Francisco pudo ser provechoso para ambas partes, sin requerir de ellos que revisaran ninguna de las decisiones ni actitudes que venían adoptando desde antes y los habían llevado a chocar.

Claro que a este respecto los costos simbólicos más que los materiales son los medulares para el balance que haga el gobierno, y para los pasos que vaya a adoptar a continuación. Si pusiera demasiada expectativa en lo que vaya a resultar del diálogo social podría quedar atrapado en las impugnaciones a favor y en contra de mayores esfuerzos distributivos y antinflacionarios, precisamente en el momento en que debe reforzar la idea de que ya ha controlado mínimamente esas presiones, como para fortalecer la gobernabilidad económica y la confianza en la recuperación.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)