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23.02.16

Expectativas positivas, ¿un arma o un problema para Macri?

(TN) Se acerca marzo, que podría inaugurar una fase mucho más problemática para el gobierno de Cambiemos. Ante este escenario, ¿le conviene al Ejecutivo alimentar el optimismo o el realismo?
Por Marcos Novaro

(TN) Hay quienes dicen que la luna de miel se está acabando y que marzo inaugurará una fase mucho más problemática para el gobierno de Cambiemos. Y hay buenas razones para creer que sea así. La inflación de ese mes tiende siempre a subir y esta vez lo hará sobre un nivel ya más alto que el que el kirchnerismo estableció como normalidad. Los conflictos con los gremios tenderán a agravarse por las paritarias y por una política que podrá ser gradual pero no deja de deprimir el consumo. Las tensiones en el nuevo oficialismo ya tienden a aumentar, a raíz tanto de desacuerdos programáticos como de problemas de coordinación. Y por sobre todas las cosas la sociedad empezará a reclamar más soluciones de su parte y prestará menos atención a lo pesado de la herencia. Aunque ahora, Mauricio Macri se decida a hablar más abiertamente de la mucha mugre que encontró debajo de la alfombra.

Respecto de esta última cuestión se plantea una discusión interesante en el seno del Ejecutivo: ¿le conviene alimentar el optimismo o el realismo?

Las posibles ventajas de tener una opinión pública mayoritariamente esperanzada detrás suyo son bastante obvias: el optimismo predispone a los actores económicos a invertir y gastar más, minimizando los riesgos que ello pueda suponer y acortando entonces el plazo de la recuperación. En ese contexto, un gobierno que debe administrar la escasez con mínimos recursos institucionales a su disposición tendrá más chances de conservar la iniciativa y conseguir apoyos de los grupos de interés y de otros sectores políticos, pues aunque no pueda ofrecer cuantiosos pagos iniciales a cambio, el grueso de la gente confiará en que de su mano pronto las cosas van a mejorar. El optimismo, al mismo tiempo, le impone costos a quienes se opongan a sus políticas, pues facilita presentarlos como promotores del fracaso colectivo y no de mejores alternativas. Algo que sirvió y mucho a los Kirchner, recordemos; y al hacerlo reduce de paso el precio de quienes ofrezcan su colaboración, pues no pueden amenazar con dejar de prestarla.

Lo han dicho ya varios peronistas moderados y sindicalistas en estas semanas: mientras Macri esté alto en las encuestas y las encuestas hablen de “lo bueno que está por venir” no les conviene aparecer como obstáculos a sus decisiones. De allí que tomen cada vez más distancia del kirchnerismo residual.

Pero sucede también que muy altas expectativas pueden ser el prolegómeno de decepciones intensas si no se ven satisfechas en un plazo más o menos acotado. De allí el temor de los funcionarios que creen que Macri debería advertir más claramente que la herencia es muy mala, que van a tardar en resolverse problemas serios como la inflación, el estancamiento, los déficits de los servicios y la inseguridad, etc.

Tal vez el problema más serio que tiene el gobierno ante esta cuestión es que le resulta muy difícil decidir entre una cosa o la otra porque no está seguro de cuál va a ser la situación dentro de seis meses o un año, no sabe a ciencia cierta cuánto va a empeorar el cuadro antes de empezar a mejorar, ni cuánto va a tardar eso en suceder. Y eso porque intervienen demasiados factores imponderables. Entre otros, cuán proclive sea por sí misma la opinión pública a abrazar la esperanza o el pesismismo.

Si el clima de buena onda de los primeros meses espontáneamente tiende a remitir, alimentar el realismo desde la cúspide del estado no sólo no sería necesario sino que podría ser por completo contraproducente. Si encima la situación objetiva tarda en repuntar, las expectativas positivas hoy todavía predominantes no sólo se van a extrañar, sino que probablemente se habrán convertido en un pasivo extra frente a una sociedad acostumbrada a los rápidos cambios de humor y los saltos temporales: el hoy nuevo gobierno ya será visto como viejo, como una nueva frustración.

Es probable que Macri y los suyos hayan sopesado atentamente esta cuestión y por eso se estén esmerando en encontrar una vía intermedia, con dosis medidas de optimismo y realismo. Se verá pronto si es así y si están dando o no con la fórmula.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)