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12.10.15

¿Y si Scioli y Cristina siguen cooperando para sobrevivir?

(TN) Y que si quieren sobrevivir deben mantenerse unidos. La supervivencia política del modelo es posible. Y él no va a derrotarse a sí mismo. Que no sea la mejor opción para quienes no participan de sus beneficios porque se cuentan entre los proveedores de sus insumos no significa que estos tengan una solución mejor para el país. Hasta aquí, sólo una hipótesis.
Por Marcos Novaro

(TN) Para el caso de que Scioli gane se suelen anticipar dos escenarios como nuestro futuro político más probable.

Uno en que él se rebela (es decir, hace de una vez por todas lo que muchos esperaban que hiciera después de las PASO, o de ser consagrado candidato, o de haberse cerrado la posibilidad de la re-re, o de que intentaran ahogarlo en la provincia, o de tantas otras ocasiones), se diferencia del modelo heredado y va acotando la influencia de Cristina y su gente.

Y otro en que él lo intenta y fracasa, por tibieza, exceso de gradualismo o simple torpeza, y entonces se vuelve un presidente de transición, una rotonda de la que saldremos probablemente por el mismo camino por el que entramos.

Pero hay en verdad otras posibilidades que también hay que tomar en cuenta: por caso, que ambos sigan conviviendo y cooperando por un tiempo más o menos prolongado. Que esto suceda dependerá en parte de la economía: si la situación sigue complicada, pero bajo control, habrá menos motivos para la ruptura, que implicaría riesgo de crisis y pocos beneficios para ambas partes.

Y también de la política y la opinión pública: si la estrella de ambos sigue brillando en forma pareja y solidaria, ni Scioli se animará a romper ni a Cristina le interesará anticipar una sucesión hacia atrás, ¿para qué tratar de que la rotonda complete su trabajo antes de tiempo? Todo lo contrario, hasta tal vez ella lo estimule a hacer el trabajo sucio de desarmar las inconsistencias económicas que le hereda, y termine siendo más amiga de Bein que de Kicillof.

Que esto funcione depende, claro, de que sea posible estabilizar el modelo más o menos como viene funcionando, con muy pocos cambios. Algo que muchos economistas consideran inviable, aunque unos cuantos políticos estiman la mejor alternativa imaginable: endeudarse todo lo posible, no para hacer cambios sino para evitarlos.

Es evidente que la situación en la que están hoy la economía y las cuentas públicas argentinas es muy inconsistente, y las tensiones se han ido agravando en función del maquillaje electoral oficialista. Pero, ¿es tan inestable como los críticos de las políticas oficiales creen o hay que considerar la posibilidad de que, aunque no sea por las razones que esgrimen los defensores del modelo, ellos estén en lo cierto cuando sostienen que cambiando lo mínimo él puede perpetuarse en el tiempo, aun con la mediocridad de resultados a que nos tiene ya acostumbrados?

La cuestión es, de nuevo, a la vez económica y política. Los economistas tienden a volverse más y más alarmistas últimamente. Incluso varios defensores del gradualismoparecen estar pasándose de bando a medida que el contexto externo se complica y las cifras de déficit y reservas rompen marcas de alarma. Así que adviertenahora que todo va a estallar si no se opera un giro importante más o menos pronto.

La idea, que tiempo atrás sólo se atrevían a plantear Cavallo y unos pocos más, según la cual nos acercamos a un callejón sin salida que una estrategia gradualista sólo va a empeorar, en las últimas semanas también fue planteada poreconomistas más moderados y tan distantes entre sí como Claudio Loser, Eduardo Curia, Roberto Frenkel y Juan Llach.

Observadores externos también han pasado del moderado optimismo al pesimismo: tienden a pensar ahora que no va a ser nada fácil que un programa gradualista administre los desequilibrios hacia una normalización progresiva, evitando tensiones sectoriales y políticas. Y que por lo tanto no convendría apostar al éxito de quien pretenda tomar deuda con una promesa por el estilo.

Incluso se dice quesi Scioliganara y pretendiera endeudarse para estirar las cosas, en suma, hace lo que se acomoda más a sus preferencias por evadir el riesgo y no tomar el toro por las astas en su compleja relación con el gobierno saliente,la situación se volvería pronto inmanejable. Un estallido podría ser inevitable, tal vez no el año próximo pero sí en 2017. ¿Será cierto o estos juicios están sesgados por las preferencias reformistas y pro mercado de los analistas?

La política, mientras tanto, parece dar señales contrarias a estas advertencias: la actitud de Scioli pos PASO de desestimar cualquier diferenciación, tanto en clave peronista como empresaria, parece no haber alejado ni a los peronistas ni a los empresarios y hasta ser valorada en las encuestas, y anticipa un curso de gobierno mucho más prudente, por llamarlo de algún modo, del que se anticipaba meses atrás.

El cepo, las retenciones, los subsidios, todo salvo los holdouts, y hay que ver si este sigue siendo motivo de tensiones, parece indicar que Scioli se prepara para gobernar con Cristina de la mano, con muy acotadas muestras de autonomía y disidencia respecto al curso que ha  llevado hasta aquí las políticas económicas y también el manejo político-institucional. Y las malas noticias externas e internas no parecen estar desalentando esta opción sino todo lo contrario, reforzándola: si los desequilibrios resultan más graves de lo esperado, más razón para mantener lo más cerca posible a Cristina.

Y eso antes de considerar lo que puede convenirle hacer a Cristina partir del año próximo: descartada la posibilidad de que a Scioli le vaya muy bien, se autonomice y pueda aspirar a su propia reelección, sería para ella mejor, y una tarea más digna de su investidura y su imagen pública, ayudarlo que ahorcarlo.

Así que incluso podría terminar alentándolo y ayudándolo a que haga al menos algo de ajuste, y desactive las inconsistencias más explosivas. Finalmente, lo que ambos están demostrando en esta campaña es que su base política es la misma, y que su método para construirla y reproducirla también: la administración de una renta pública extraída a como dé lugar, sea a través de impuestos, inflación o deuda.

Y que si quieren sobrevivir deben mantenerse unidos. La supervivencia política del modelo es posible. Y él no va a derrotarse a sí mismo. Que no sea la mejor opción para quienes no participan de sus beneficios porque se cuentan entre los proveedores de sus insumos no significa que estos tengan una solución mejor para el país. Hasta aquí, sólo una hipótesis.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)