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31.03.14

Avanza el ajuste: ¿puede funcionar?

(TN) Si lo que se ahorra el fisco con el recorte de subsidios lo pierde por menores ingresos, por caída del consumo, estaremos a fin de año igual en términos de desequilibrio fiscal y por tanto de ritmo inflacionario, y con problemas más serios de nivel de actividad y tal vez también de empleo. El otro aspecto problemático es la falta de una buena secuencia en las decisiones.
Por Marcos Novaro

(TN) El Gobierno está esforzándose por completar el ajuste iniciado en enero. Sin plan, cediendo a regañadientes, más forzado por las circunstancias que orientado por un buen diagnóstico, no puede negarse que ha dado pasos en la dirección correcta.

Las cosas hubieran sido mucho peores si seguía por el camino que venía recorriendo hasta diciembre, intentando blindarse frente a los problemas, con la esperanza de poder ignorarlos hasta 2015 y que le estallaran al que los sucediera.

Bomba de tiempo no va a haber. O va a ser bastante menos peligrosa de lo que cabía esperar cuando Cristina prometió que ella nunca devaluaría. Pero ¿qué resultado cabe esperar de un ajuste por acumulación como el que se viene aplicando?

Parte del problema con él es que se hace a destiempo: justo cuando la economía se enfriaba se empezaron a acumular malas noticias que agravaron esa tendencia y la convirtieron en recesión.

¿No terminará siendo autofrustrante este camino? Si lo que se ahorra el fisco con el recorte de subsidios lo pierde por menores ingresos, por caída del consumo, estaremos a fin de año igual en términos de desequilibrio fiscal y por tanto de ritmo inflacionario, y con problemas más serios de nivel de actividad y tal vez también de empleo.

El otro aspecto problemático es la falta de una buena secuencia en las decisiones. No era mala idea demorar los recortes a los subsidios hasta que terminaran las paritarias, pero para que eso funcionara el gobierno debería haber acelerado la negociación con los gremios. Y o no lo supo hacer o lo intentó y fracasó. Ahora los recortes de subsidios seguramente le pondrán hierro a las presiones gremiales.

Por último, está el problema de la disfuncionalidad entre las distintas señales que se emiten. Al respecto el  gobierno k, parece estar atrapado entre la necesidad de cultivar a su base y defender sus credenciales populistas, y convencer a los empresarios de colaborar.

Una trampa que él mismo se tendió: en su esfuerzo por disfrazarse, blandiendo aun las consignas de la lucha contra los mercados, consigue tal vez algo de crédito público, al menos en su tradicional base de apoyo y entre sus militantes, pero pierde eficacia económica, porque convence a los inversores de que seguirá mientras pueda usando todos los recursos a la mano no para ordenar la economía, detener la inflación y recuperar la competitividad perdida, sino para alimentar a su clientela política y defender las credenciales populistas.

El resultado es un ajuste que tiene costos para el consumo y el nivel de actividad, pero que no refrena los precios ni estimula las inversiones.

Los que tienen los recursos para hacer más llevadero a mediano plazo el costo que el Gobierno está pagando por devaluar, presionar a la baja las paritarias y recortar subsidios no los ponen, y entonces aunque de momento el kirchnerismo paga pocos costos porque se sigue mostrando progre y atento al empleo y el consumo, pagará muchos más a medida que la crisis se prolongue, la recesión se agrave y la inflación no ceda.

Es como decir, el peor de los mundos: se pagan los costos de la ortodoxia sin cosechar ninguno de sus beneficios, es decir, estabilidad de precios en el largo plazo, atracción de inversiones, etc. Y se tiene que financiar el oneroso costo de una coalición distributiva, sin poder crear las condiciones mínimas para que sea electoralmente competitiva. ¿Entonces para qué se lo hace?

El sueño de retener una minoría gravitante y resistente al paso del tiempo es una de las explicaciones. Ya el kirchnerismo no se imagina ganando, pero quiere poner las condiciones “ideales” para la derrota y la salida del poder.

Casi abiertamente lo han dicho dirigentes de La Cámpora, periodistas de los medios oficiales y hasta algunos intendentes: de lo que se trata es de quedarse con una cuota de poder que permita volver más adelante. Cuidar los votantes de sectores informales, sosteniendo los planes sociales y el consumo correspondiente, y a los militantes, dándoles estabilidad a los cargos que ocupan en el estado, son metas prioritarias a este respecto. Lo demás se condicionará a lograrlas.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)