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16.09.13

Carrió y Rico salen en ayuda de Cristina

(TN) En los últimos días algunos opositores viejos y nuevos parecen decididos a hacerle el juego a las denuncias oficiales sobre intentos destituyentes. Carrió hizo punta a este respecto y en un reciente reportaje dio por hecho que sectores disidentes del peronismo quieren que Cristina se vaya antes de tiempo, argumentando que eso les convendría para asegurar la impunidad, así como la continuidad en el poder, al grueso de su dirigencia.
Por Marcos Novaro

(TN) El oficialismo viene denunciando intentos de destituirlo, esto es, sacarlo del poder en forma anticipada y por medios ilegales y antidemocráticos, desde hace ya demasiado tiempo. Aunque jamás logró que en la opinión pública prendiera ese temor. Ni mucho menos que, en reacción a sus denuncias, se generara el rechazo y el odio que cree se merecen los opositores, por el simple hecho de existir y no dejarlo salirse con la suya en todo.

Al contrario, incluso en momentos de relativa debilidad gubernamental como fue el que se vivió al final de la crisis con el campo, ha imperado entre nosotros la opinión de que la democracia no está en riesgo. Salvo para un sector muy minoritario de kirchneristas duros, que sí creen en la amenaza golpista. Y para un sector también duro de la oposición, cuyo volumen creció desde 2011 gracias al “vamos por todo”, aunque luego de las PASO ha vuelto a reducirse, y que cree que quien amenaza la democracia es en todo caso el propio gobierno.

Con todo, en los últimos días algunos opositores viejos y nuevos parecen decididos a hacerle el juego a las denuncias oficiales sobre intentos destituyentes. Carrió hizo punta a este respecto y en un reciente reportaje dio por hecho que sectores disidentes del peronismo quieren que Cristina se vaya antes de tiempo, argumentando que eso les convendría para asegurar la impunidad, así como la continuidad en el poder, al grueso de su dirigencia. La idea sería, según Carrió, repetir el ciclo vivido entre 2001 y 2003: un gobierno provisorio que haga el trabajo sucio del ajuste y deje las cosas más o menos ordenadas para un nuevo jefe peronista, que vendría a ser Massa.

El argumento no sólo es desopilante sino profundamente irresponsable. Atribuye una capacidad de coordinación y manipulación inusitada a un fantasmagórico “comité de conspiradores peronistas”, que si realmente existiera y tuvieran el poder que se les atribuye, no se entiende por qué no habrían de usarlo con criterios más prácticos, como sellar con la propia Cristina un pacto de impunidad, u obligarla a hacer el trabajo sucio del que se habla. Y del que también habla Cristina, vale la pena acotar, cuando dice que no va a devaluar ni a tomar ninguna otra medida que enfríe la economía para corregir los desequilibrios acumulados en estos años. Y que, se ve, piensa seguir acumulando en los dos que le quedan.

Lo de Carrió es además irresponsable porque agita un fantasma de guerra intestina en el país y en el peronismo que, aunque poco realista en los tiempos que corren, le sirve para abonar un clima ya tenso y que el gobierno nacional también viene esmerándose en volver cada vez más tenso. Carrió remite al hacerlo, en forma más explícita que la Presidente, a épocas no tan lejanas en que las internas peronistas dieron lugar a hechos de violencia y otras prácticas anti institucionales. Y con ello pretende descalificar a contendientes políticos a quienes, más allá de lo que se opine de ellos, no hay reales motivos para considerar una amenaza para la democracia.

Así, con el disfraz de un llamado a la responsabilidad institucional, lo que Carrió efectivamente hace es descalificar a los moderados del peronismo y tratar de complementar la escena de polarización que siempre busca Cristina, con otra a la vez opuesta y equivalente, en la que todos son unos malditos que quieren destruir la República, salvo ella. Si pudiera afirmarse que su denuncia es puro oportunismo de campaña, y que no cree realmente todo lo que dice, habría de seguro menos motivos para reprocharle tanta insensatez.

Encima, como disparado por un resorte apareció a continuación Rico para completar la escena: en un mismo movimiento el ex caudillo carapintada anunció que abandonaba el oficialismo para apoyar a Massa y reclamó ponerle fin cuanto antes a la “dictadura de Cristina”, sacándonosla de encima a como diera lugar.

Rico nunca se sabe si habla por sí mismo o por otros, pero tal vez en el fondo eso no es lo que importa. Lo que realmente cuenta es el submundo de extremismos políticos que sus palabras se esforzaron por traer a la luz, y que siempre parece estar ahí disponible para políticos más gravitantes, y tal vez no tan sinceramente extremistas, pero que en caso de necesidad estén dispuestos a utilizarlo.

O tal vez lo que las palabras de Rico revelan es algo más: que, igual que Carrió, necesita que Cristina siga siendo el centro y dando la pauta a toda la política argentina, porque sólo en un ambiente que tenga sus marcas ellos creen poder encontrar una razón de ser. Y puede que no se equivoquen del todo: el ocaso del cristinismo tal vez sea también el de éstos sus enemigos soñados.

Fuente: TN (Buenos Aires, Argentina)