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16.05.18

Lo que queda de la crisis

(7 Miradas) Quienes lo conocen a Macri suelen aludir a él como un hombre de suerte. Lo mismo que dicen todos los entornos que adoran a sus líderes...
Por Carlos Fara

(7 Miradas) Se podría decir que el gobierno zafó del supermartes. Y aun cuando zafe de otros días claves, lo que está claro es que ya no habrá un súper 2018. Las perspectivas indican 1 % de crecimiento e inflación del 27 %, sin contar con el acuerdo con el FMI como espada de Damócles sobre el gobierno.

Si ya no habrá súper 2018, entonces 2019 tampoco será un gran año. El arrastre estadístico de crecimiento hacia el año que viene será débil, y el milagro de un dígito de inflación ya sabemos que habrá quedado como una promesa de campaña de 2015.

La pregunta entonces sobre la elección presidencial se planteará en los términos en que lo planteamos en nuestra columna de la semana pasada (“La Vaguada”): “es muy probable que el cansancio con el peronismo siga pesando más que los errores que pueda estar cometiendo el gobierno”. Diría mi padre, sería optar en el hambre y las ganas de comer. O entre el cansancio y la decepción / resignación.

Lo cierto es que haber ido al Fondo le cambió la perspectiva de mediano plazo a la política argentina. Nadie va al Fondo si las cosas van bien. Y aun en el desmadre peronista empezaron a aparecer ya las mesas de debate reservado que piensan que ahora sí se abrió una ventana de oportunidad. Tampoco la tienen fácil, como ya hemos analizado en esta columna muchas veces los 2 últimos años y medio.

En el medio del clima tormentoso el gobierno se acordó que existe una cosa que se llama política, y que implica –entre otras cosas- contener aliados y juntar fuerzas para establecer una línea Maginot. Volvió a llamar a algunos amigos e hizo un llamado a la unidad nacional. Todo muy necesario y loable. Preferible tarde que nunca.

Sin embargo, vamos a hacer algunas advertencias sobre la factibilidad de haber ampliado la mesa política (que no significa ampliar la mesa de decisiones):

  1. Necesita el convencimiento del líder máximo de que es absolutamente necesario. Me permito decir que dudo de que eso exista. Pero también es cierto que los seres humanos se van dando cuenta con el tiempo de que hay cosas que necesitan aunque no les guste.
  2. Además del convencimiento, hay que darle tiempo, porque lo que nunca se hizo, habitualmente no funciona de la noche a la mañana. Con la crisis pisándole los talones a la mesa chica mucho tiempo no hay, pero hay que tener un poco de calma.
  3. Los actores nuevamente convocados deben sentir desde la primera reunión que parece que las cosas ahora van a ser distintas. Si no, retacearán esfuerzos e ideas y empezarán a quedarse de brazos cruzados a ver cómo regresa el incendio.
  4. Las decisiones no necesariamente deberán ser consensuadas, porque si no, es probable que nunca se tome ninguna decisión. Pero sí deben contemplar la visión de las 2 alas presentes, para que ninguna sienta que va a ganar todas las discusiones de antemano.

Debe advertirse que no parece sencillo que todo esto se cumpla en un esquema donde predomina la lógica gerencial y con un modo tan verticalista (no menos que el de CFK). Pero al mismo, es la única que le queda. Porque tratar de resolver semejante crisis en soledad puede ser cercano al suicidio, salvo que se cuente con la gracia divina.

Quienes lo conocen a Macri suelen aludir a él como un hombre de suerte. Lo mismo que dicen todos los entornos que adoran a sus líderes…

Fuente: 7 Miradas (Buenos Aires, Argentina)